Director de Vino del Desierto: “Es un concepto absolutamente diferente”
Publicado el 02 octubre 2023

Marcelo Lanino Alar nos explicó el proyecto que busca rescatar la actividad vitivinícola en la Región de Tarapacá, apuntando a la importancia del enoturismo para diferenciarse de las viñas del resto del país.

En 2003, la Universidad Arturo Prat (UNAP) inició un proyecto para rescatar la actividad vitivinícola de la Región de Tarapacá, la cual había sido abandonada entre 1937 y 1949.

Luego de recuperar las plantas que sobrevivieron en medio del desierto más árido del mundo, los investigadores conformaron la Estación Experimental Canchones en Pozo Almonte.

Al día de hoy, Vinos del Desierto ha evolucionado y adqurido diferentes líneas de trabajo, entre ellas la vendimia artesanal, el enoturismo y la capacitación de agricultores de la zona.

Marcelo Lanino Alar, director del proyecto y académico de la Facultad de Recursos Naturales Renovables de la UNAP, nos explicó en Trade News las características de la iniciativa y su vínculo con las comunidades.

Vino del Desierto

-¿Cómo este tipo de proyectos ayuda a las comunidades de la zona?

-Como académicos, lo que nos interesaba era producir vino. Y vimos que esto llamaba la atención. Por lo tanto, lo que hicimos fue todo un proceso de investigación aplicada, porque fuimos probando, conociendo y equivocándonos en muchas cosas hasta llegar a determinar de qué forma hacer bien un vino. En estos momentos, lo que estamos haciendo es entregar las plantas a agricultores que estén interesados, que tengan las capacidades para poder hacerlo, y, sobre todo, que quieran hacerlo, para que puedan desarrollar su propia viña tipo boutique.

La idea, no es solo que ellos puedan producir vino, sino también que puedan aprovechar la experiencia del enoturismo, de forma tal de recibir turistas, mostrar la experiencia y vender ellos mismos el vino.

De esa forma, pretendemos ir trabajando con los agricultores, entregándoles toda la experiencia que la universidad ha desarrollado. Nos equivocamos mucho, y la idea es justamente transferirles los conocimientos de esa equivocación y de qué forma la enfrentamos.

También estamos trabajando con otros emprendedores, como por ejemplo los guías de turismo.  (…) La gastronomía también se ha interesado por esto, porque muchos de los restaurantes en Iquique y en La Pampa quieren entregar productos regionales en sus cartas y les está faltando el vino. Entonces, se van generando ese tipo de sinergias.

Y nos encontramos con que podíamos estar funcionando dentro de la economía circular. A los residuos que tenemos, vamos encontrándoles una función. (…) Hay una parte que podemos usarlo en cosmética; las pasas, las borras, los mismos restos del sombrero cuando se terminan, etc.

-Más allá de la parte económica y académica, ¿cómo este tipo de proyectos ha impactado y cómo se siente la comunidad?

Hemos notado una importante visión, especialmente de la gente mayor, que se acuerda que alguna vez se produjo vino. Se encuentra contenta porque alguien, en este caso la Universidad de Arturo Prat, pudo comenzar a hacer nuevamente vino.

Y no sólo vino por hacer vino, como los primeros que hacíamos, sino hacer vino de calidad. De esa forma, estamos creando un poco la alegría de la gente que viene a conocernos.

Una de las cosas importantes, es que de una u otra forma, la marca Vino del Desierto es muy atractiva. La gente nos llama y nos pregunta ‘¿oye, es cierto esto del Vino del Desierto?’, y cuando ha venido gente de Enoturismo Chile, les llamó mucho la atención.

Si bien está enmarcado en el mismo esquema que hacen enoturismo el resto de las viñas, el concepto de dónde estamos metidos, dónde estamos insertos, las temperaturas que tenemos, la radiación, la época del año, es absolutamente diferente a lo que ocurre en la zona sur. Entonces nosotros esperamos poder constituirnos en un aporte a Enoturismo Chile.

La experiencia de Vino del Desierto

Chile es conocido internacionalmente por ser un país vitivinícola. En el ranking World’s Best Vineyards, hubo siete viñas chilenas entre las 50 mejores del mundo.

En ese escenario, Marcelo Lanino apunta a la importancia del enoturismo para diferenciar a Vino del Desierto de las viñas del centro-sur de Chile.

-¿Cuál es la importancia de tener un respaldo público en este tipo de proyectos?

-Ayuda muchísimo, especialmente si son regionales. Nosotros probamos buscando recursos para hacer el cambio de este sistema artesanal a uno más enológicamente adecuado. Eso lo hicimos en Santiago, pero no dijeron ‘oye, el proyecto es muy interesante, muy bonito, muy atractivo‘… pero nunca lo financiaron, nunca aportaron la finanza. ¿Por qué?

Porque simplemente en Chile producir vino no es algo novedoso, somos un país eminentemente productor de vino. Y no solo vino, sino vino de muy alta calidad. Entonces, la gente en Santiago tiene la imagen de la viña de Santiago en esas condiciones, la viña de Colchagua, de Casablanca, etc.

Y esto de acá es absolutamente diferente. Por lo tanto, la idea del proyecto no es ir a competir con los vinos de Chile, sino ser un aporte a la producción de vino. Y parte de eso es la ruta enoturística, que de una u otra forma permite atraer a los turistas que llegan a Iquique.

Podría ser un foco adicional que permita que la gente pueda llegar, ver la experiencia del vino del desierto, conocer lo que fue la producción de vino. O sea que existe una historia, lo que le da una continuidad y permite que podamos atraer gente.

En la última vendimia de marzo tuvimos la experiencia de poder invitar o recomendar alojamientos que están aquí mismo. Y todos (los alojamientos) tuvieron ocupación completa durante la fiesta de la vendimia, que partía un día viernes y ocupaba parte del fin de semana. Es decir, de una u otra forma, logramos atraer a la gente hacia La Pampa.

-A largo plazo, ¿el sueño es volverse un foco ecoturístico de Chile?

-Lo que pasa es que nosotros pretendemos entregar las nociones de cuál es el negocio. Que ese negocio no sólo es producir vino, sino que parte del negocio es de qué forma esta experiencia de hacer agricultura en el desierto puede ser mostrado a la comunidad, y que cada cual pueda establecer su propia ruta del vino en el desierto.

En estos momentos la ruta del Vino en el Desierto es Canchones. Sin embargo, la idea es que podamos tener distintas rutas. Tenemos un agricultor, don Atilio Catavara, que tiene su viñedo en La Tirana, está ampliando su superficie y produciendo vino ya hace nueve años con nosotros.

No sé si solamente enoturismo, lo que nosotros descubrimos es no solo es producir vino, sino que también incorporar distintos elementos que puedan colaborar.

Fotografías: Víctor Auvelez.


Vino del Desierto
Recibe noticias como ésta,
subscribiéndote al "Newsletter aquí "